
Martes 13 (u.u) de enero de 2009
Si, debo de escribir que el día trece si resulta de mala suerte, y no por la trillada historia de la brujería... en fin. El amanecer fue una tortura, mi reloj interno y la luz a través de mi ventana me anunciaban que eran las 6:00a.m. hora de levantarse para ir a la escuela. x_x Me arreglo (jaja, ri-sa) uniforme y una trenza, acomodo mi maletín y me dirijo a la secundaria. Aprovecho las luces rojas, naranjas, amarillas, del semáforo para tomarme el licuado de fruta de todas los seis dias de la semana. Mi madre es maravillosa, ella tiene el don de hacer a la papaya agradable a una parte específica de mi paladar. Mi clase de dos horas se me pasó como agua a través de las montañas rocallosas. De manera no increible me doy cuenta de que quiero mucho a mis alumnos, de ese cariño sincero, aunque los quisiera aun más si supieran lo que es un tecnicismo. Regreso a casa, los ojos se me quieren cerrar pero la bendíta (disculpame luz divina) tarea de la normal me lo impide, aun debo hacer la relatoría de mis clases. Demonios! Quisiera tener un robot (como 1 de cada 394 humanoides) que hiciera todas mis labores (bueno... no todas ^^) en fin... deja todo lo que estás haciendo y mira a tu alrededor!!! La tarde estuvo tranquila, 50% aburrida, 50% rutinaria, con un toque de clima fastidioso que acentuaba más el cansancio de mi santuario. Antes de irme a volar y capturar piedras lunares con mi compa Morfeo, terminé la presentación para la clase que se avecina- La cena si, la cena no... no recuerdo. Todo depende, todo estuvo al borde del abismo de mis ojos no resistentes a tanta luz del mundo de los mortales.